Además de uno de los hitos literarios del siglo XX, Fernando Pessoa nos dejó con Libro del desasosiego un bosque de fragmentos tan atomizado como susceptible de descabalarse en una sucesión de secciones. Esta meditada selección tira de uno de sus muchos hilos, una especie de novela estática, en la que podemos encontrar al Pessoa más desnudo y nítido. Hemos reunido sus páginas en torno a la oficina-universo de Rua de Douradores, Vasques&Cía., las que acaso hayan cuajado con mayor éxito entre los lectores de esta prodigiosa obra. Aluden a la propia experiencia personal del Pessoa más maduro, y presentan como ninguna otra esa observación aceradamente lúcida de la existencia humana. Este recoleto y anodino mundo de escribientes, verduleras, mozos de almacén, jefes, clientes, libros de registros, mesas, escaparates, tormentas, tinteros, moscas, barberos y ventanas, se yergue milagrosamente como una humana comedia de trazos sobrios y limitados, que busca su exacta medida. El Libro del desasosiego que hoy disfrutamos no es una obra construida y acabada por su propio artífice. No nos queda más que aceptar el libro tal cual lo disfrutamos, pero también rebelarnos ante él. En cierto modo es lo que hemos hecho con esta propuesta experimental, quizás herética, que pretende convertirse en una de las posibles ventanas para adentrarse en el universo pessoano y, más concretamente, en el siempre fascinante, pero a ratos abrupto, Libro del desasosiego. La añadidura del largo poema Tabaquería (Estanco), considerado una de las cimas de la poesía europea del siglo XX, obedece a su claro entroncamiento con la iconografía del desasosiego y con mucho de lo que pudiéramos percibir en el intramundo de Soares.