Los caballos son animales interesantes, fascinantes. Ya lo eran en la antigüedad grecolatina, cuando, según la leyenda, tenían alas y podían volar hasta el sol. O cuando llevaban en la grupa a caballeros con armadura dispuestos a rescatar alguna doncella o a vencer a algún dragón, o a los rudos vaqueros en el Lejano Oeste americano. Hay caballos domados y salvajes. Y no hay sólo caballos de carne y hueso. También hay de madera y caballitos de mar. Basta decir: «Había una vez un caballo», para que quien escucha abra mucho los ojos y los oídos porque seguro que va a comenzar una buena historia.