Ante la mirada de todos los que nos encontrábamos en el auditorio, Chavita, quien había entrado en su habitual silla de ruedas, colocó el freno y con una gran esfuerzo se puso de pie. Dio unos cuantos pasos por el estrado, y antes de sentarse dijo: "¡Que bien se siente caminar!" Una historia verdaderamente inspiradora, escrita con un lenguaje sencillo y directo. Después de conquistar objetivos y anhelos, el protagonista concluye con la siguiente reflexión: "Para el hombre de fe no hay imposibles".
Una historia que te hace reflexionar hasta lo más profundo, analizando lo qué haces y dejas de hacer, y ver la importancia que le damos a las cosas vanas.
Una historia que te hace reflexionar hasta lo más profundo, analizando lo qué haces y dejas de hacer, y ver la importancia que le damos a las cosas vanas.