Sirenas de otoño y El libro del Dragón son una visión grandiosa y plena, intensa, pero al mismo tiempo dolorosa y miserable, del deseo, de la pasión y del amor y desamor, en un marco idílico para el autor, una playa a veces desierta, a veces abarrotada de desconocidos, alumbrada con la luz de los meses otoñales, donde brilla con luz propia un ser, que es en si mismo todo y nada.