Creo ser testigo de muchas crisis, artífice de algunas, víctima de otras, consejero en varias y curioso de todas. Confieso que resultan siendo demasiado complejas para comprenderlas cabalmente, pero demasiado fascinantes como para no compartir lo aprendido. haciendo de las crisis mi trabajo, aquello a lo que me dedico profesional y exclusivamente desde más de diez años, he descubierto que dentro de su enorme diversidad se revelan fases y patrones claramente marcados, sesgos y desviaciones recurrentes, errores clásicos, duros dilemas y oportunidades escondidas, y ante todo ello respondemos con parálisis o ímpetu, error o acierto, o con toda la gama intermedia. Lo comprobamos a diario cuando juzgamos cómo tal o cuál manejó sus crisis. Situados cómodamente lejos de la angustia y presión que estas naturalmente generan, somos capaces de observar el problema con claridad y compasión.