En Al filo de la revolución , Juan Patricio Riveroll vuelve los ojos sobre un periodo poco conocido de la vida de Ernesto Guevara: los años clave en los que el célebre latinoamericano comenzó a definirse como guerrillero y libertador para, finalmente, convertirse en un ícono universal. México, 1954. Tras abandonar una Guatemala golpeada por la intervención armada de la CIA, Ernesto, un joven médico argentino, cruza la frontera de Chiapas hacia la Ciudad de México. No tiene trabajo y el dinero escasea, pero su plan es vivir ahí algún tiempo antes de seguir su camino hacia Europa o China, lugares que sueña conocer. Trabajando como fotógrafo, vendedor o guardia de seguridad, la capital mexicana lo transforma día con día y lo lleva a reencontrarse con Hilda Gadea, uno de sus grandes amores y con quien pronto se muda a un pequeño departamento en la colonia Cuauhtémoc. Cierta noche, en una de las cenas que la pareja suele organizar con amigos, comparten la mesa con Raúl, un joven cubano recién llegado al país que, al igual que su hermano Fidel, ha tenido que dejar la isla. A raíz de ese encuentro, el destino de Ernesto cambiará para siempre al involucrarse en el plan de los hermanos Castro para liberar Cuba.