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Para flautas dulces, guitarra y percusión, contrabajo (violoncello) ad lib. Recopilación de Guillermo Graetzer. Con la presente edición se continúa la serie de las ya publicadas Danzas indoamericanas. Las indica¬ciones geográficas y de interpretación incluidas en aquellas también son validas para esta selección. Las distintas danzas que la integran se hallan ordenadas según su grado de dificultad. La danza ceremonial de Bolivia es probablemente única en toda la música incaica en lo que al aspecto tonal se refiere; tanto esta como las dos restantes danzas bolivianas se ejecutan por conjuntos de sicus. El Canon de Perú es una demostración mas de que esta forma constituye uno de los fenómenos prima¬rios de la práctica musical. El tema moros y cristianos se encuentra en las danzas de los mas diversos pueblos del hemisferio occidental. Por lo general estas responden a las partes pantomímicas de una especie de representaciones teatrales populares, que fueron utilizadas por los misioneros para la catequización; su origen se remonta a la época de las luchas en la España medieval. La danza del venado, mejicana, describe la caza y la agonía de la presa caída; la acompañan gritos es¬calofriantes. Probablemente sea esta la primera vez que se publica música de los araucanos, tribu relativamente primitiva del montañoso extremo sur de Chile. Este trozo representa una síntesis de ritmos, melodías y exclamaciones durante una fiesta popular, e intenta reflejar la exaltación orgiástica de los participantes. Los músicos indígenas emplean una curiosa mezcla de instrumentos autóctonos e importados como por ejemplo las trompetas (con breves intervenciones de señales). Como toda música primitiva también estas danzas surgen de las vivencias y demandas de la vida diaria; y constituyen por lo tanto verdadera música funcional. Ejecutadas con vivacidad y debido a su vitalidad y riqueza rítmica, producen un efecto fascinante, casi mágico.