CUATRO VIEJAS HISTORIAS PARA LEER AL AMOR DE LA LUMBRE Impresión bajo demanda

CUATRO VIEJAS HISTORIAS PARA LEER AL AMOR DE LA LUMBRE

Código de artículo:
4396040517
ISBN:
9788498860405
Páginas:
176
Tipo de libro:
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Tordesillas ha tenido siempre historias, leyendas, chismes e invenciones que los viejos contaban a sus familiares y amigos cuando éstos se reunían, una vez acabadas las labores y trabajos de las jornadas, alrededor de los hogares, en el mayor de los casos, sencillos y austeros. Tan sólo la palabra era el medio por el que las personas conocían de sus vidas y de las ajenas. Nada había, ni un medio técnico y aún quedaban muchos años para que aparecieran los fantásticos audiovisuales de los que ahora nos servimos abundantemente. Por eso es importante acceder a un época en que las vivencias estaban arraigadas en lo más hondo de la vida de cada persona, orientaban las opiniones y ejercían actuación vital como imagen moral, muestra a seguir o actitud a rechazar en todos y cada uno de nosotros . Arrobadamente chicos y grandes en silencio reverencial escuchaban de labios del pater familias o de aquel mayor mejor dotado para la narrativa oral la historia del ayer o del antesdeayer, produciendo a la concurrencia una benéfica asimilación de su enseñanza, tras estimular la imaginación, y creando en cada cual una idea que le serviría a buen seguro para desarrollar después su propia actividad vital. Si ya los juglares entretuvieron las jornadas de la gente, cantando canciones, contando historias, chanzas o sucedidos por medio del verso y de la retahíla asimilable y de fácil aprendizaje por aquellas plazas de los pueblos, hoy los creadores de narraciones, dotados por la Providencia de esta habilidad para fabricar las historias, contarlas a los demás y escribirlas en una hoja de papel o en la moderna pantalla del ordenador, son los sustitutos, relevos fieles de aquéllos, renuevos de palabras hiladas con la misma intención que antaño. Estas CUATRO VIEJAS HISTORIAS PARA LEER, para recordar, o simplemente para entretener unos momentos, están basadas en hechos tangibles, en sucesos más o menos conocidos por la gente, con personajes ficticios, soñados o evocados aunque también los hay reales y ciertos. Allá por los años 60 se incluían entre las tabletas de chocolate breves cuentecillos editados en tamaño menudo que sirvieron en muchos casos para leer las primeras letras no obligadas a muchos de los niños de entonces. Los ejemplares eran intercambiados, una vez leídos y conocidos, entre otros chiquillos que también gustaban de la belleza de toda palabra escrita: El Museo del chocolate en la localidad maragata de Astorga guarda entre sus vitrinas las pruebas de cuanto digo y muchos de estos cuentecillos editados en pocas hojas sirvieron de ejemplo para crear un tipo de narración breve, somera, entretenida y didáctica a la vez. Recuerdo, y perdóneseme la autocita y disgregación, que una tarde que estuve castigado en el Colegio del Amor de Dios, obligado a permanecer sentado en una silla por una severa monja, en la sala en donde los viejos del asilo pasaban las horas mirando la vega del Duero y aguardaban la cena, entre toses, paseos, silencios, flemas y ahogos, me leí y

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