Kaifun, el pequeño lobo marino, creció junto a los niños de playa Corazones, compartían los juegos, las risas y juntos eran muy felices. Con ellos fue envejeciendo hasta que un día, su espíritu se elevo a los cielos. Y así siguió acompañándolos. Pero, con el paso del tiempo, los niños dejaron de sentirlo y ya no jugaban como antes.