Las historias que relato en este libro no son nuevas, al contrario, pero en aquellas lejanas edades en que había otros libros,y cada uno de ellos costaba gran cantidad de dinero, no todo el mundo, como es natural, podía comprarlos. A falta de éstos abundaban los trovadores, cuyo oficio era relatar toda clase de consejas y cantar romances; el pueblo recibía alegremente a estos artistas errabundos, de buena gana los alojaba y alimentaba, dándoles a menudo también dinero, a cambio de las canciones e historias que les hacían oír.