La relación en pareja es tal vez una de las más fascinantes y diversas que hay en la convivencia humana. En muchos casos se parte de la atracción y se pasa por el deseo sexual, la afinidad, la empatía, la intriga, la curiosidad, la pasión y tal vez... lo conocido como amor. Y peligrosamente suele ese amor tener el potencial para que en cierto tiempo se ramifique en nostalgia, arrepentimiento, costumbre, locura, celos y en sí, complejas formas y estragos que perduran y dejan marcas con cicatrices de desamor, frustración, dependencia y a veces, hasta odio... En resumen, la bien conocida "relación tóxica"; aquella que va dejando historias, anécdotas que se forman en el contacto, en el roce, en la delicia, en la palabra dicha y en las que jamás se dijeron. Historias que se recuerdan para cuando ya no hay nada o queda un poco con el típico "qué tal si..." el cual es implícito, pero sin desarrollo. Entonces, ¿cómo abordamos y revivimos estas historias para cuando seamos nada?
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