La palabra honor está en desuso; hay quien cree que el honor desapareció y que estamos mucho mejor sin él, si bien no hay que olvidar que el honor competitivo, como reconocimiento a méritos académicos o artísticos, sobrevive con independencia de la moral. Lo que es indiscutible es que la vergüenza, su compañera inseparable, sigue existiendo. Cualquiera que sea su interpretación, nuestras sociedades crean códigos que se sostienen sobre patrones de conducta y expresión de sentimientos. En esos patrones, el honor funciona como eje en torno al cual giran las tendencias