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Masonería y conspiración liberal en España es una obra que refleja, paradigmáticamente y partiendo del arquetípico ejemplo coruñés, cómo se desarrolló históricamente la masonería española desde su nacimiento hasta su aciago final durante la Guerra Civil española iniciada en 1936.La masonería española nace, históricamente, en 1801, con una logia militar denominada La Reunión Española situada en la ciudad portuaria de Brest y bajo la obediencia del Gran Oriente de Francia. Estos masones españoles acuerdan en logia propagar el masonismo a su regreso a España. Más tarde, llegaría la Guerra de Independencia con sus invasoras logias militares bonapartistas y sus logias colaboracionistas afrancesadas, creando estas la primera Gran Logia Nacional de España. Las Cortes de Cádiz prohibirán la existencia de la masonería. Una vez es derrotado el ejército de Napoleón en 1814, y este se retira del suelo español, puede decirse que la institucional huella masónica deja de tener existencia en aquella vieja metrópoli del decadente imperio español. Curiosamente, cuando Fernando VII da su golpe de Estado absolutista, volviendo a prohibir con total severidad a la masonería -confundiéndola, alevosamente, con el liberalismo-, unos masones reunidos en un café de la ciudad de A Coruña deciden crear una logia muy especial y con una amplia y clandestina membresía en la que habrá un viejo miembro de la ya extinta logia de Brest. Esta sociedad masónica coruñesa, única en la historia universal de la masonería por atreverse a definirse políticamente desde su mismo título distintivo -yendo así contra los principios fundamentales de esta discreta sociedad internacional e internacionalista-, se denominará Logia Constitucional de la Reunión Española. Formarán parte de ella destacados liberales de la historia de España como Luis Lacy, Valentín de Foronda, Carlos Espinosa de los Monteros, etc. Años de persecución política e inquisitorial más tarde, en 1816, esta logia decide transformarse, por cuestiones de seguridad, en una discreta y minoritaria logia militar compuesta por siete oficiales artilleros que, en 1820, darán, gracias a su indudable y eficaz praxis conspirativa, un victorioso ejemplo al mundo de cómo llevar a cabo una nueva técnica de golpe de Estado: utilizar, como una especie de «partido de vanguardia», a la orden masónica. La noticia de esta utilización revolucionaria de la masonería correrá como un reguero de depurativa y vivificadora pólvora por toda la oprimida Europa de la Restauración de Metternich. Siendo emulado su ejemplo por una buena parte de las burguesías subversivas del viejo continente, iniciándose así el segundo ciclo revolucionario europeo y, a partir de aquí, se empezará a difundir, universalmente, el conocido fenómeno del imago de asociar a la masonería con la conspiración revolucionaria liberal, recogiendo y reforzando todo ello las viejas tradiciones literarias conspiranoicas. Esta construcción seguirá viva en la mente de muchos masones europeos y