Contar la historia de un lugar es abrir un abanico de relatos que poco a poco le van dando sentido; es conocer el origen de las cosas y de nosotros mismos. La labor de un buen cronista consiste en rescatar una tradición presente en las calles y los pasajes históricos que le dan sentido a una ciudad y a una comunidad. Ese rescate implica detenerse en los detalles y personajes que constituyen el tejido de la historia, para mostrar así la importancia de pertenecer a ella y construirla. En ese sentido, Por siempre Tollantzinco representa, hasta ahora, la más imperiosa y bien documentada monografía de esta ciudad hidalguense, con la que se busca ofrecer una visión de su entrañable tradición.
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