En la puerta de este libro te encontrarás con lugares comunes, quizás explorados por cualquiera: tu vecino, el panadero o incluso el gato en una salida nocturna. Porque todos amamos, odiamos, lloramos, reímos, nos duele el alma o el cuerpo y a veces queremos morir y otras aferrarnos a la vida como si fuera una droga inexplicable, que nos anestesia o nos ata. Siguieras leyendo y te darás cuenta de que en esa cotidianidad, en esa mirada igualitaria, se encuentra la casa de todos y la de ninguno al mismo tiempo, el lugar en el que vivir en comunidad y en el que hacerlo de espaldas al mundo, buscando la esencia que habita en el fondo de nuestras entrañas. Ese ente que, a pesar de ser el nuestro, a veces no conocemos por miedo, inseguridad, vergüenza, falta de tiempo u otros motivos varios. Este libro es una mirada introspectiva. Lo hace llevándote de la mano en los caminos a casa, pero también a la de cualquiera, a través de dos ejes fundamentales, experiencias, que como acabo de decir, son o pueden ser, las de la mayoría y sobre todo, libros, películas y canciones que han servido para sobrevivir y andar airoso en cada fase o etapa del camino. Saber que todos los caminos llevan a casa.
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