Educar nuestra sexualidad es educarnos para la tolerancia, para la convivencia y para la solidaridad. Es cultivar nuestra inteligencia, procurarnos higiene mental y física, descubrir y desarrollar valores. Si bien la educación de una persona es un proceso que comienza desde la concepción y termina con la muerte, la adolescencia es una hora oportuna, casi decisiva para replantear ideas, costumbres y valores. De ahí lo importante que resulta el acceso a una adecuada información sobre la sexualidad y sus manifestaciones; así como la permanente interacción con la sociedad (familia, escuela, vecindad, medios de comunicación, etc.), en la búsqueda de puntos de referencia válidos para orientar la vida de forma autónoma y responsable. El proposito que anima la edición de este libro es entregar de manera expresa una herramienta útil para el adolescente que desea aclarar dudas y disipar temores sobre los acontecimientos y fenómenos relacionados con su sexualidad.
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