En esta transición de "cambio de época", la condición peregrinante del hombre se manifiesta de forma intensa y masiva en la constante movilidad humana, y más en concreto, en el fenómeno de la migración, que parece corresponder al perfil del habitante de la "aldea global". Si a ello se añade la densa interrelación de los países, sociedades, culturas y personas individuales, propiciadas por las diversas tecnologías y medios de comunicación actuales y la facilidad de intercambios diversos, el fenómeno migratorio va adquiriendo unas condiciones y características complejas, difíciles de predecir y gestionar. En el fenómeno migratorio permanecen y se agudizan situaciones constantes, que revelan la multiplicidad de problemáticas en ocasiones muy dramáticas. Para un cristiano este terreno es inmensamente revelador de la necesidad del anuncio del Evangelio en todas las circunstancias para sembrar las semillas del Reino: la justicia ejercida desde la comprensión y la misericordia, la solidaridad, el compromiso con países pobres, la sensibilidad hacia el hermano que sufre, en fin, todas las virtudes cristianas ejecutadas de manera individual y comunitaria, bajo la luz de la Palabra de Dios y la Doctrina Social de la Iglesia.
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