Se trata de una niña: su primer amor, su primera vez, su exultación y su terror. Es un libro de horror, o una película tremebunda (a los que tanto se refiere la pequeña protagonista cuando no sabe cómo equiparar su propia realidad). Hay una clase social hundida en los narcóticos, frívola e indiferente, hay secuestradores y guardaespaldas, señoras de la cultura, y la concupiscencia de un sacerdote de barrio solo equiparable a la de un presidente de la república, astuto y libidinoso; personajes determinantes en la íntima desolación de la protagonista. Todo conforma un mundo narrativo que explosiona en espiral, develando el presente, pasado y futuro. Su abismo poético oscila en la mitad de la ternura y el horror, en el filo de una conciencia infantil que es sobre todo rebelde e impugnadora.
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